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ALDO FRANCIA

Director. Descendiente de italianos, cursĆ³ sus estudios  primarios en Italia y terminĆ³ su educaciĆ³n secundaria en ValparaĆ­so y ViƱa del Mar.Estudia medicina y se titula de mĆ©dico en 1949, especializĆ”ndose en PediatrĆ­a, ejerciendo su oficio en ValparaĆ­so hasta que jubila. Sus primeros acercamientos al cine son desde muy temprana edad, pero un hecho que marca el inicio en la formaciĆ³n como cineasta data a fines de 1949 cuando con un grupo de compaƱeros de universidad viaja a Francia, y en un pequeƱo cine de quartier, ve LadrĆ³n de bicicletas, y terminada la funciĆ³n Ć©l y sus  compaƱeros salen emocionados hasta las lĆ”grimas. Este filme para Aldo significĆ³ que algo nuevo comenzaba. A partir de entonces decide hacer cine, pero no un cine de pura entretenciĆ³n, sino que uno de carĆ”cter social, tal como fue su opciĆ³n con la medicina, en la que no por azar eligiĆ³ la pediatrĆ­a. Adquiere una cĆ”mara de 8 mm y comienza el visionado sistemĆ”tico de pelĆ­culas de buenos realizadores, que analiza y discute luego con otros cinĆ©filos. Ɖstos, ademĆ”s, son espectadores de sus primeras filmaciones, breves pelĆ­culas documentales. Es el caso, por ejemplo, del registro que hizo de la popular fiesta religiosa de la Virgen de Andacollo, aprovechando un viaje que hace al norte del paĆ­s en 1960, junto con Mario Baeza, director del Canal 4 de TV. Con Ć©ste y otros trabajos la tĆ©cnica del encuadre y va definiendo su estilo narrativo. Fue importante tambiĆ©n en su formaciĆ³n la lectura de la revista de cine aficionado Lā€™altro cinema, a la que se suscribe en un nuevo viaje que hace a Europa, y que conoce mientras visita MilĆ”n. AllĆ­ aprende lo que se puede hacer con una cĆ”mara para aficionados, con la que consigue afinar la sensibilidad para encuadrar, y establecer un ritmo de montaje adecuado. Pasa luego a una segunda etapa como realizador, iniciĆ”ndose en la ficciĆ³n con una cĆ”mara Paillard de 16 mm. Filma con sus hijos como protagonistas un corto, El Rapto, llamado tambiĆ©n El Gorro Rojo. El 20 de agosto de 1962, funda el Cine Club en la ciudad de ViƱa del Mar, hecho que serĆ” decisivo en su trayectoria futura. Al acto inaugural llegan cerca de 400 personas, de los que al cabo de unos meses queda poco mĆ”s de una decena de socios verdaderamente activos. Entre ellos, Bruno Gebel, actor de reparto de Roma, ciudad abierta, que en la dĆ©cada del 50 habĆ­a realizado un largo argumental, La Caleta Olvidada. Aldo Francia dicta en el Cine Club un curso de IntroducciĆ³n al Cine y CĆ”mara, que culmina con la realizaciĆ³n de un cortometraje La Escala, basado en un texto poĆ©tico de Celia Munchmayer. La entidad realiza numerosas actividades: foros, ciclos de conferencias, entre Ć©stas, uno sobre historia del cine, desde  LumiĆØre hasta el cine de los aƱos 60, algo que no se habĆ­a hecho hasta ese momento en Chile. Pasa enseguida a denominarse Cine Arte, publica una revista, Cine Foro, y amplĆ­a sus iniciativas: realiza cortometrajes, publica artĆ­culos sobre la especialidad en diarios y revistas y habilita la primera sala de Cine Arte de Chile. Ofrece clases gratis de cine, dando paso a la fundaciĆ³n de la primera Escuela de Cine que haya funcionado en el paĆ­s. Por falta de apoyo pĆŗblico la experiencia no dura demasiado tiempo, pero no son pocos, entre ellos, la cineasta Valeria Sarmiento, que declaran que su paso por esa escuela fue decisivo en su decisiĆ³n de dedicarse al cine.


De una tenacidad infatigable, pese a todas las dificultades, Francia pone en marcha lo que es su mĆ”ximo aporte como activista del cine: el Festival de Cine de ViƱa del Mar, que parte modestamente como ā€œde Cine Aficionadoā€, y pasa a partir de 1966 a denominarse Festival de Cine Chileno, paralelamente al cual se  desarrolla un importante Primer Encuentro de Cineastas Chilenos. Pero el prestigio alcanzado y la madurez organizativa permite dejar definitivamente atrĆ”s la etapa de ā€œlos aficionados y del cine de 8mmā€, y en 1967, lo que cronolĆ³gicamente correspondĆ­a al Quinto Festival de Cine de ViƱa del Mar, pasa a ser el Primer Festival del Cine Nuevo Latinoamericano, que comprende ademĆ”s un Primer Encuentro de Cineastas del continente. Concurren varias decenas de cineastas de ocho paĆ­ses latinoamericanos, y se proyectan mĆ”s de cincucnta pelĆ­culas, la mayorĆ­a de ellas documentales. El pĆŗblico chileno tiene asĆ­ la oportunidad de conocer notables producciones, en particular el trabajo de los cineastas cubanos ā€“Humberto SolĆ”s y Santiago Alvarezā€”,  brasileƱos como LeĆ³n Hirszman y bolivianos como Jorge SanjinĆ©s.

Dos aƱos despuĆ©s se realiza el Segundo Festival del Cine Nuevo Latinoamericano, cuya importancia histĆ³rica estĆ” rubricada por la exhibiciĆ³n de mĆ”s de un centenar de filmes (algunos tan fundamentales como Antonio Das Mortes, La hora de los hornos, Sangre de CĆ³ndores, Memorias del subdesarrollo, LucĆ­a, entre otros), y la participaciĆ³n de mĆ”s de ciento cuarenta cineastas. El Festival es, ademĆ”s, el evento inaugural de lo que en adelante se llamarĆ” ā€œNuevo Cine Chilenoā€, porque se exhiben ahĆ­ por primera Tres tristes tigres, de RaĆŗl Ruiz, El chacal de Nahueltoro, de Miguel Littin, y el primer largometraje de ficciĆ³n de Aldo Francia, ValparaĆ­so mi amor.

Narrado al estilo del Neorrealismo italiano, con una fuerte presencia de la cĆ”mara en mano, es una crĆ­tica social basada en hechos reales. Un padre cesante, desesperado, roba unas cabezas de ganado para poder alimentar a sus hijos; condenado a prisiĆ³n, la familia empieza a vivir un proceso de descomposiciĆ³n moral: los hijos mayores se inician en la delincuencia, la hija en la prostituciĆ³n, y el menor, como muchos otros niƱos de los cerros pobres de ValparaĆ­so, muere por falta de atenciĆ³n mĆ©dica. El filme tuvo una muy buena acogida, en particular en festivales internacionales. Tres aƱos despuĆ©s, Francia estrena Ya no basta con rezar, que mirado con una perspectiva posterior, puede considerarse como una suerte de ilustraciĆ³n de teologĆ­a de la liberaciĆ³n. Es la historia de un sacerdote, pĆ”rroco de una iglesia de un barrio de burgueses, que vive un proceso que lo lleva a la toma de conciencia paulatina de la lucha de clases. Y a la cĆ”rcel, naturalmente Aldo Francia, era un mĆ©dico cristiano que se definĆ­a como seguidor de la visiĆ³n del mundo propuesta por Teilhard de Chardin. Pero se sentĆ­a, por otra parte, muy cerca del marxismo, y como cineasta, declaraba que ante los problemas que vivĆ­a Chile, no podĆ­a permitirse el lujo de impulsar un cine de evasiĆ³n. ā€œEl nuevo cine no tiene nada en comĆŗn con el cine anterior ā€“dice en una entrevista-- ; trata de estimular, de movilizar al espectador, de desalinearlo y provocarlo; es una cinematografĆ­a con una perspectiva socialā€.


(Por Luis C. Candia, extraĆ­do del "Diccionario del Cine Iberoamericano"; SGAE, 2011)

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